Carne y Tele
Es que es mal y cura la carne.
No es buena demasiada tensión,
toda tensión hay que sacarla.
O meterla.
Una relación sin carne no es relación,
es una exposición, es un sermón o una misa.
Una relación sin carne es una comida sin agua.
Es como la radio y no como la tele, que es plena.
Incluso la gente prende su tele para no verla,
a veces solo la escucha y no por eso prefiere la radio.
Porque la radio es como la relación sin carne
y la relación con carne es como la tele,
que a veces se ve y a veces no
y aunque no la veas ahí esta,
prendida enseñando sus cosas.
Te la imaginas con solo oirla,
la saboreas casi como si la vieras,
y si no lo resistes más, corres a ella
y ahí está siempre: Mostrándose,
confirmando lo que dice.
Y no puede cansarte la carne,
porque la carne en una relación nunca te cansa.
La carne es como una novela en la tele,
que es la misma y a la vez no se repite.
Puedes saber que va a pasar
y aún así la ves, porque es tuya.
Es tu novela y la quieres ver todos los días,
solo por si llega a sorprenderte;
y aún si no lo hicera, no sería tiempo perdido.
Pero la carne sin relación es la muerte,
es la desesperación del facto sin la certeza.
Es como tener la tele muteada,
es tener y no tener.
Es no saber.
Solo la gente en los bares no escucha la tele,
porque beben y se embriagan, no están en sus cuerpos.
Especulan y a la vez desinteresan,
porque aunque ven, no saben,
aquello no es suyo y no los quita ni les da,
les entretiene, no les tiene.
La relación y la carne van juntas.
Una relación con carne es como una novela en la tele.
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