Back2Basics
Como cada viernes, me dirigí a casa saliendo de la oficina. Llevado por el hambre y mis pies, hasta el departamento en el que vivo, subiendo al último piso, entrando y empacando. A pesar del par de horas de retraso, cometí la rutina un día más. Perdí mi ride, así que no tuve que esperar, salí en cuanto tuve el equipaje completo. Olvidé comer.
Salí caminando con la mochila de diario en mi espalda mas una bolsa plástica con 4 pantalones sucios, una maleta con ropa más ropa sucia, una pequeña zapatera (con zapatos, por cierto, sucios) y un portaplanos con un par de posters. Para cuando pensé tomar un taxi ya estaba en la parada del bus. Hacía mucho que no me subía al bus que va a la terminal. Entre baches y la familiaridad de la ruta, recordaba que durante por casi 2 años tomaba ese bus hasta la central para ir a mi escuela en Celaya, a unos 50 kms. de Santiago. Con la devoción y la constancia de un atleta, hasta la terminal, en lo alto de la puerta B al final de la pendiente, dejando la maleta en el suelo, balanceando el resto del equipaje en mi espalda y hombros, la misma mano que entregó el dinero recogió el boleto y guardó la cartera. Me sentí un estudiante de nuevo: más allá de la mochila y el portaplanos, el que aprende a vivir con lo más básico, "Busca lo más vital ©", encuentra que aquello que no produce una satisfacción es un gasto y una trivialidad. No hay renta, no hay agua ni luz. Pero sobre todo, se da el lujo de decir "aún no me hace falta".
De pronto me sentí tan atado al suelo como lo pude estar con mis 70 kilos y maletas: me invadió una irradiante sensación de conciencia, solo comparable al despertar de las mañanas (y en todo caso, no de todas las mañanas). La individualidad de mi asiento, de mi autosuficiente capacidad de cargar con mis maletas, me llenó de seguridad y despreocupación. Estresado en hacer lo que sin hacerse se hace, olvidé hacer lo que ocupo y que nadie hará. Como habiendo estado absorto en el sistema operativo, aún sin programas instalados, ahora recuperado de un error grave, con un nuevo procesador dual, los iconos visibles, el screensaver desactivado y la conexión reestablecida con el servidor.
A lo largo o corto del año, experimentando cambios repentinos, deseados e indeseados, todos para bien (dicen siempre son para bien), desconectado del año pasado como de los lugares, rutinas y personas; reconectarme con el antaño, retomar en el punto abandonado no para volver, sino para medir la distancia, para ver que aún sigo siendo, que no dejé de ser, que ahora no soy diferente, que me perdí y que en realidad nunca me abandoné, que solo estaba ahí, escondido, viéndome y burlándome de mí, corriendo sin pedirme detener hasta que como cada viernes...
© Walt Disney Pictures